En los pintorescos campos de Asturias, donde los manzanos se alinean en interminables hileras, comienza la odisea de la sidra asturiana. Este néctar dorado, emblemático de la región, es el resultado de un proceso milenario que combina tradición, maestría artesanal y una cuidadosa selección de manzanas.
1. Selección de Manzanas: La Fundación del Sabor
En los vastos huertos asturianos, la meticulosa elección de manzanas define el carácter distintivo de la sidra. Entre las variedades más apreciadas se encuentran las asturianas, como la “Regona” y la “Raxao”, cuya dulzura se armoniza con las notas ácidas de la “De la Riega”.
Este mosaico de sabores es esencial, y cada manzana es seleccionada con precisión para aportar su matiz único. Provenientes de las fértiles tierras de Villaviciosa, Nava y otros rincones asturianos, estas manzanas escriben el primer capítulo de la deliciosa travesía desde el huerto hasta tu copa.
2. La Recolección: El Momento Cumbre
La recolección de las manzanas marca el esperado inicio de la temporada de sidra. Este ritual, impregnado de tradición, se lleva a cabo con precisión y respeto por la conexión vital entre la tierra asturiana y su producto más emblemático.
Las manos expertas de los cosechadores seleccionan cuidadosamente cada fruta en su punto óptimo de madurez, un delicado equilibrio entre dulzura y acidez. Este proceso, a menudo realizado de manera manual, no solo preserva la calidad de las manzanas, sino que también honra la rica herencia agrícola de Asturias.
Desde los prados de Villaviciosa hasta los huertos de Nava, cada manzana recogida cuenta la historia de Asturias en cada sorbo de sidra. ¡Un viaje desde la raíz de la tierra hasta la esencia de Asturias en tu copa!
3. El Lavado y la Trituración: Transformando la Materia Prima
Las manzanas recién cosechadas, embajadoras del terruño asturiano, inician su transformación en el elixir de la región. Primero, son cuidadosamente lavadas para eliminar cualquier impureza y residuo. Luego, se adentran en la trituradora, donde experimentan una metamorfosis hacia una pulpa que libera los azúcares naturales esenciales para la fermentación.
Este proceso, ejecutado con maestría artesanal, no solo garantiza la pureza de las manzanas, sino que también captura y preserva su esencia intrínseca.
En cada paso, desde el huerto hasta la trituradora, Asturias sigue siendo el epicentro de la sidra auténtica, donde la calidad es un compromiso sagrado. ¡De la cosecha a la pulpa, el alma de la sidra toma forma!*
4. El Prensado: Extrayendo el Oro Líquido
La pulpa cuidadosamente preparada se somete a la etapa de prensado en antiguas prensas tradicionales. Aquí, se aplica la presión necesaria para extraer el preciado jugo de las manzanas.
Este néctar dorado, denominado mosto, fluye con la promesa de convertirse en sidra a medida que se dirige hacia enormes toneles de madera. Este paso, esencial en la creación de la sidra asturiana, es un tributo a la riqueza de las manzanas seleccionadas y un preludio del encantador proceso de fermentación que sigue. ¡En cada gota de mosto, se encuentra la esencia pura de Asturias esperando su transformación alixírica!
5. La Fermentación: El Baile de las Levaduras
La pulpa resultante de las manzanas trituradas entra en un proceso de fermentación que encierra la magia de la creación sidrera. Este ritual transforma la pulpa en néctar, liberando burbujas de efervescencia que dotarán a la sidra de su característica frescura.
Asturias, con su clima único y las cepas de levadura autóctonas, aporta un toque místico a este proceso. Cada gota fermentada es una expresión de la tierra asturiana, llevando consigo siglos de tradición sidrera. ¡La fermentación, un viaje alquímico que convierte la pulpa en el elixir dorado de Asturias!
6. El Trasiego: Refinando el Sabor
Una vez completada la fermentación, la sidra entra en la fase de trasiego. Este proceso meticuloso implica transferir la bebida a nuevos recipientes, separándola con destreza de cualquier sedimento residual. Más que una simple transición, el trasiego es un ballet de refinamiento que mejora la claridad y perfecciona el sabor de la sidra.
Este paso es fundamental para asegurar que cada sorbo esté impregnado con la pureza de las manzanas seleccionadas y listo para desvelar la culminación de su proceso de elaboración. ¡El arte de pulir la sidra asturiana hacia su máxima expresión!
7. El Reposo: Maduración con Paciencia
Tras las fases anteriores, la sidra entra en un reposo pausado, una etapa crucial para el desarrollo de sus sabores. Durante este período, la bebida alcanza un equilibrio sublime, donde las distintas notas se afinan y se fusionan para lograr la complejidad que caracteriza a la sidra asturiana.
Cada día de reposo contribuye a la armonización de sus matices, culminando en una bebida única que lleva consigo la esencia de los huertos y la tradición sidrera asturiana. ¡Un proceso que eleva la sidra a nuevas alturas de sabor y sofisticación!
8. El Embotellado: Del Tonel a la Botella
La culminación de este apasionante viaje se da en el proceso de embotellado, donde la sidra, cargada con la esencia de la tierra asturiana, encuentra su hogar en cada botella. Cada unidad se convierte en un recipiente de historia, narrando desde el nacimiento de la manzana hasta el sellado del corcho.
Cada sorbo de sidra asturiana es un brindis a siglos de tradición y devoción. Este mágico trayecto, desde el manzano hasta la botella, converge en un brindis que celebra la rica herencia de Asturias y el arte de elaborar la bebida más auténtica. ¡Salud!